Los textos funcionales se dirigen a un receptor en forma directa, clara y precisa para indicarle los pasos o acciones a seguir para realizar una o varias acciones.
En algunas ocasiones, los textos funcionales nos indican, además, los materiales que se requieren para lograr lo que deseamos o necesitamos hacer.
Sus cualidades son: la Objetividad (diluyendo la importancia del sujeto, destacando hechos y datos, determinando las circunstancias que acompañan a los procesos); la Universalidad; la Verificabilidad (mediante gráficos, fórmulas, símbolos..); y la Claridad.
La publicidad consiste en la difusión de textos e imágenes que invitan a adquirir ciertos productos comerciales o a realizar determinadas acciones.
El mensaje publicitario va acompañado de un texto lingüístico e imágenes (iconos), y el principal objetivo es llamar la atención del receptor, para lo que emplea rimas, oraciones sin verbo que son más directas, imperativos, etc.
La función que predomina es la referencial o representativa e implicativa del objeto y su configuración retórica, en la que se centra el producto o servicio a través de la imagen, y la posible ambigüedad que ocasiona la Polisemia de la palabra utilizada se aclara por el mensaje lingüístico, y esta función denotativa disminuye conforme se utilicen palabras con doble sentido.
También hay una función conativa (es muy importante y se centra en persuadir al receptor con el objeto de influir en su conducta) y la poética (se refleja en el mensaje al que le da carácter estético y cuya forma adquiere valor en las connotaciones utilizados, para intentar convertir en persuasiva la información y hacerla memorable).
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